jueves, 15 de noviembre de 2007

Formas de Amar. (Parte 2)


Máximo


Máximo. Mientras tanto acaricia el aire de la soledad con su vos intentando hacer posible una melancólica, pura, y enternecedora canción, pero solo intenta, solo trata de llegar dentro de un sueño, a donde no llega ni por casualidad en su realidad.
- Me encantaria..., que estuvieras conmi...igo…!- Maxi miró lo que estaba al alcance de sus ojos en medio de la ruta humeda, y a lo lejos de su izquierda se asomaba algo que se acercaba a gran velocidad. Maxi levanta su enorme mochila de alta montaña, se la cuelga de un hombro y prepara su dedo pulgar derecho, pero el auto pareció ni registrarlo al pasar.
- Bueno…, señor de los altos cielos…, mándame un auto…, quiero que pasen autos…, sino, te prometo que me olvidaré de esas tardes que tanto recé una y otra vez, cuando creía que le dabas una mano a quien mas lo nesecitaba….!- Reclamó mirando al tormentoso cielo que intercalaba pequeñas lloviznas.
A partir de entonces y casi en forma magica, comenzaron a pasar autos delante de los ojos del muchacho, todos iban en la dirección que el esperaba, todos hacia donde el deseaba, todos de los cuales ninguno detuvo la marcha.
- Ok! Creo que no sos vos, soy yo, y ya lo sé no nos vamos a entender nunca! Ups..! hasta con vos me pasa?- protestó y negando con la cabeza acomodó su pelo húmedo, tomo su mochila y luego de descolgársela la puso en el banco del garito que no cubría demasiado la molesta lluvia, mira de nuevo a ambos lados de la ruta y cansado de hacer dedo, se sienta, saca un cigarrillo, lo enciende y dejando de murmurar, y saca de su mochila un cuaderno y una lapicera, sus ojos parecen cansados de andar, estan vidriosos, rojos. Maximo está agotado aunque no de andares, y no solo de viajes, no solo de kilometros, ni de millas, sino de una vida que se tornaba dia a dia paradójicamente algo inoportuna, ajena a sus esperanzas, cercana a caminos pantanosos no imposibles de cruzar, solo molestos. Máximo mira a la nada y recuerda cada detalle del rostro de quien lo apara del mundo, pero solo en su pensamiento.
- Tus manos…, siempre están frías! Y el frio me da miedo, pero tu frio no! - le dice él a ella, Aurora lo mira y sonríe a penas y sin decir nada. En ese instante pasan tres autos más.

Continuara...

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