jueves, 5 de noviembre de 2009

El país enfrenta la peor sequía de los últimos cincuenta años



El capataz de la hacienda de Los Cauquenes, Mario Yayu, escupe de costado y el suelo reseco a sus pies, absorbe al instante el salivazo. “¿A quien se le ocurrió que Argentina es el granero del mundo?. Habrá sido hace tiempo porque en los últimos años hasta los cardos se mueren”, masculla, con la vista pérdida en el páramo sembrado con las osamentas de las reses que murieron de hambre o de sed. De las 900 cabezas de ganado con que contaba esa hacienda, de la provincia norteña de Chaco, sólo 40 aún resisten a la peor sequía que haya padecido la Argentina en los últimos cincuenta años.
Los indígenas que pueblan el Impenetrable, la región más pobre de Chaco, le preguntan al cura o a los ancianos, que pecado tan grande han cometido, para que Dios los castigue primero con el dengue, luego con el Mal de Chagas y ahora con este sol inclemente que los incinera. Jorge Capitanich, gobernador de la provincia, señala la que superficie sembrada de trigo se redujo de 40.000 a 10.000 hectáreas y la de girasol, de 300.000 a 60.000 hectáreas. “Sin ayuda del gobierno federal, estamos perdidos”, dice Capitanich.

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